10.5.09

Pesadillas de verdad

Anoche estaba en una fiesta demasiado extraña para mi gusto, uno de esos ambientes que se sienten como cuando tienes un sueño oscuro, pero oscuro en cuanto a la iluminación y al contenido en sí.

Ya a la salida del formidable evento que tuvo detalles bastante (hmm, ¿cómo calificarlos?)... entre deprimentes, de risa, irreales, extraños; no, no sé, sólo raro todo, que me dieron pie a recordar un par de escenarios medio pesadillezcos.

Recuerdo hace algunos años haberme reunido con unos amigos para un thé, después de esa reunión yo iba a darme una escapada, pero necesitaba de una llamada para decirme que ya todo listo y como era de esperarse por mi edad de aquél entonces y un par de detalles más, hice historia en mi casa, así que dependía de esa llamada o tendría que llorarle a alguno de mis amigos por posada.

A lo largo de la reunioncito del thé se fueron agregando más amigos de quienes ya estaban, pero lo que comenzó con una charla trivial de pronto ya estaba súper enfocado a temas espirituales un poco densos, arte un poco denso, y ya era complejo seguir el hilo de la charla porque "cada loco con su tema", además de que conforme pasaban los minutos yo me ponía más nerviosa y menos atenta podía estar.

En fin, para cuando dieron por ahí de las 10 de la noche (no perdamos de vista que no sabía donde iba a parar esa noche, y en teoría no podía regresarme a casa) todo mundo empezó a irse y me quedé con una amiga que por su parte iba a ir a seguir el thé a casa de un pintor con un parche en el ojo y que lucía un poco fuera del mundo real.

Acepté acompañarlos para no quedarme en una banca de la calle y fuimos a casa del hombre este. Al ir caminando entre las calles de la Roma-Condesa en un horario donde deja de lucir seguro yo pensaba: maldita sea, a ver a que hora voy a recibir la estúpida llamada.

Finalmente llegamos a la casa del artista de extraño estilo... Al abrirse la puerta, entré en un set de cualquier película surrealista, y en mi mente giraba: ¿qué carajos hago aquí?

En un salón que se abría hacia la izquierda en una sala / comedor con un pasillo pegado a la pared izquierda que dirigía al baño y la habitación principal, se encontraban varías "piezas de arte" como era una especie de bote tipo basura pintado de plateado, con un cristal arriba y al asomarse todas las paredes estaban forradas en aluminio como de cocina y al centro se prendían unos focos rojos, dando una impresión como espacial, viajada, centro de la Tierra... También había una especie de revistero donde en muchos lados ponen posters o pinturas sin marco, y en él se encontraban muchas pinturas hechas por este personaje que muy a mi gusto eran una onda semi-Pollock-ciana, pero en raro. Luego había otra pieza que me recordó a los altarcitos que les ponen a las vírgenes parecidos a vitrinas con la imagen adentro y series de lucecitas de colores, como son las de la Navidad... sólo que adentro estaba una o varias (no lo recuerdo bien) imágenes de Frida Kahlo.

Ah... pero eso no era todo, lo más inquietante para mi (y para mi mente que en ese momento ya estaba fuera de sí entre la preocupación y el recorrido) era una instalación en plena sala acordonada de unas maniquíes como de tienda de uniformes industriales vestidas con ropa como de la serie Dinasty y en una sala que seguramente era una antigüedad valiosona pintada a brochazo limpio con colores como rosa Barbie, amarillo McDonald`s, y la tela de los forros pintada con la misma tecnica semi-Pollock-ciana en colores variados. Puede que yo sea una cerrada, pero sinceramente no me imagino saliendo a media noche a tomar agua a la cocina y ver a las chicas tiesas en plena sala.

Al continuar el tour hacía el final del pasillo había una habitación que me hizo pensar en la película Vanilla Sky cuando al tipo se le empiezan a cruzar los cables y que en un pestañazo ve a una y al siguiente ve a la otra. Sentí un poquis de escalofríos o no sé bien cual era la sensación, pero si algo puedo decir... no era una buena sensación.

Después de comentar brevemente todo el ameno recorrido y sus decoraciones, donde no pude mas que decir cosas como: ahh que interesante, un concepto distinto, una proyección muy directa, ... regresamos a la cocina a tomar otro thé.

Al entrar a la cocina, fue como regresar a la horrenda casa de mis abuelos paternos (esa familia no me agrada en lo más mínimo), donde parecía que entrabas a una pesadilla de torres de cazuelas semi-oxidadas, cochambrosas, que casi se te venían encima como una ola que inminentemente va a caer. Luego conforme escuchaba la pastosa voz del anfitrión que ofrecía la bebida, mientras ponía a calentar una tetera toda jodida, y cambiaba de cenicero una montaña de colillas yo volvía a pensar: a ver a que hora va a entrar esa llamada.

De pronto el hombre este sacó un bonche de papeles mal acomodados y le contaba a mi amiga algunos de los temas de sus escritos, de los que la mayoría eran de ideas que por el grado de atención que podía mantener para ese momento, me parecían onda anarquía, paranoia social, ideas políticas enrarecidas, con toques de tema Un Mundo Felíz... Verdaderamente me sentía como en uno de esos sueños donde pareciera que no hay modo de despertar.

¿Alguna ves viste Beetlejuice? Sobre todo la parte donde van al inframundo y todo es de colores raros y oscuro... algo así podría explicar un poco mi experiencia.

Luego, por fin... la llamada. Era hora de salir de ahí, cosa que hice sin esperar na-da, nada, sólo dije que "bueno pues ya era hora de irme y muchas gracias".

En la película Drácula de Bram Stoker, cuando el chico entra al castillo de Drácula ponen un efecto como de que algo "lo chupa"; pues cuando puse el primer pie en la acera sentí eso pero al revés. Caminé a toda marcha a mi destino y después como en un sueño, toda esa rareza simplemente se disolvió.

Ese es el tipo de situaciones que ya pensándolas a cierta distancia pareciera que fueron sueños raros, pero no... entrar por una puerta abierta donde el recibimiento era una sombra inmóvil en un sillon, una estancia llena de títeres y una mujer tocando el acordeón con mallitas y falda corta, una amplia habitación con cojines grandes y personas como trapos, una terraza con lucecillas y decenas de caras ríendo frenéticamente... nada de eso fue un sueño o pesadilla, sí sucedió.

¿Te ha pasado algo así?

1 comentario:

  1. Sí, me han pasado "pesadillas", como les llamas. De hecho una que recuerdo mucho se me quedó pendiente redactarla en mi blog:

    Tengo un amigo "niño bien" de colonia "bien" y que estudiaba en universidad "bien" pero nunca he entendido por qué se junta con pura gente de submundo tipo jotitas de zona rosa cuyos temas de conversación son: "Trabajo en una estética por Aquiles Serdán". En esa ocasión salí con él, (según yo aprendo rápido pero nunca aprendo que siempre con él espero planes decentes y tranquilos y acabamos en lugares rascuachos con gente gata) y luego de tomarnos un par de cervezas me insistió mucho en que fuéramos a una fiesta "por el sur". "Por el sur. ¿Álamos, Coyoacán, Del Valle, Churubusco, Nápoles, Florida...?", pensé... tampoco aspiraba al Pedregal o Altavista, yo muy humilde JAJAJA.

    Total que era la fiesta de una jotita en un café gay por avenida Copilco (ni siquiera la parte 2,3 decente por el metro y C.U. sino la parte rascuachona varias cuadras después). El "café" era un local comercial como esos de Cuautla o Cuernavaca de tacos y quesadillas, que no tienen más que piso, cocina y mesas... Todo el tema era noventero, y estaba adornado con posters de artistas noventeros como Fey, Lynda, Kabah, Mercurio... la música era igual noventera y del techo colgaban como adorno unas guías con flores de plástico en blanco y azul (como las de las fiestas de pueblo)...

    No había nada qué beber ni qué comer y nuestro único recurso fue una tiendita que tenía una reja anti-asaltos que a duras penas vendía cerveza Barrilito y Sabritones. Lo más raro fue cuando la jotita cumpleañera, salió con un top negro embarrado al cuerpo, y una falda (sí, falda) hecha con esas mismos adornos de flores de plástico que colgaban del techo, con la cara pintada con sombras y lipstick plateadoss, un par de estrellas tipo Tatiana y el cabello con diamantina.

    Desde que llegué puse jeta y mientras "Duro de pelar" y "Carcacha paso a pasito" sonaban yo intentaba calmarme y dibujar una falsa sonrisa como la de la nana Fran Fine. Además, ese día me sentía mal de la garganta y, como siempre, estaba desvelado. Una jotita buena onda me regaló un RedBull y se lo acepté, esforzándome por no ser grosero. Y mientras mi amigo flirteaba con otro cuate (un wey alto, muy algo, grande y moreno como la Torre de Pemex) yo intentaba, sin éxito, encontrar alguien atractivo a quién hacerle plática para pasar la noche... porque ¿cómo me iba a salir yo solo de ahí en plena avenida Copilco, a oscuras y a las 2 de la mañana? Para acabarla de amolar, no había sanitario disponible y yo, Moisés Arévalo tuve que vaciar mi vejiga en un camellón sobre la avenida mietras un wey vigilaba que no pasara alguna patrulla.

    Como a las 5 de la mañana, cuando yo ya no aguantaba más la situación y estos weyes no aguantaban más mis jetas, tomamos un taxi que, obvio, yo pagué ya que estos cuates siempre estaban todos jodidos (porque, además, nos trajimos a la enorme Torre de Pémex), y como no querían regresar a sus casas acabamos todos en mi casa.

    Al final apliqué la frase de la madre de Marge Simpson: "A riesgo de perder la voz, voy a decir algo más: 'No debí venir'".

    Y para terminar el fin de semana mi cuate y el wey Torre de Pemex (visualmente poco atractivos, lo acepto) se fajonearon (asco) mientras yo dormía y cuando limpiaba mi habitación me encontré con un calzón negro de marca chafa seguramente mequeado. ASH, ASH ASH...

    Desde entonces, cuando mi "amigo" me invita, rechazo sus planes a menos que sean en un antro o bar en una colonia cercana a mi casa en la que yo pueda tomar un taxi seguro.

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